Catrin se sintió como si alguien le hubiera drenado toda la fuerza de su alma. Tambaleó, sus rodillas casi cediendo bajo ella. Justo cuando estaba a punto de tropezar, Idris la sostuvo, estabilizándola.
—Catrin, ¿estás bien? —preguntó él, su voz teñida de preocupación.
Y Catrin alzó la vista hacia él, buscando en sus ojos como si esperara encontrar algún consuelo. —Idris, ¿cómo voy a estar bien? ¿Oíste cómo me habla? Como si no fuera su madre sino una enemiga. ¿Cómo puede hablarme así?
Idris sintió que ella era injustamente tratada y alzó la vista hacia Arwen, listo para tomar una postura en su defensa. Pero antes de que pudiera decir una palabra, Arwen habló, su mirada distante, como si estuviera recordando un recuerdo que no tenía nada que ver con el conflicto inmediato.