Arwen parpadeó. —¿No estás ya en casa? El café en el que estoy está lejos del Distrito Sur —. Sería demasiado lío si Aiden se desviara de su camino solo para recogerla.
—Salí por trabajo. Puede que el café esté en mi ruta —respondió Aiden, aunque Arwen percibió que había algo más. Aun así, eligió no interrogarlo más y murmuró en acuerdo.
—Está bien, te enviaré la dirección por mensaje. Ya casi termino aquí, así que puedes venir cuando quieras. Esperaré. Pero asegúrate de pedirle a alguien que recoja el coche. Traje uno de ellos conmigo .
Ella escuchó a Aiden murmurar del otro lado de la llamada antes de colgar. Luego, miró a Daniel, quien la observaba con diversión. —¿Qué pasó? —preguntó, confundida por la mirada que él le dirigía.
—Sonabas tan diferente por teléfono justo ahora —dijo él, y Arwen se detuvo ante sus palabras.