—Te concederé lo que deseas, pequeña bruja. Dame un buen resultado, haz que sienta tanto desespero como tú sentiste. Este es el verdadero camino de la bruja oscura, Aria —dijo la Señora Harsetti.
Aria asintió con determinación total. Ya no le importaba nada más.
—Ahora cierra los ojos, y me aseguraré de que recuperes todas tus partes del cuerpo —dijo la Señora Harsetti.
Aria hizo lo que le dijeron, y la Señora golpeó el suelo con su bastón. Aria sintió algo trepando por sus piernas, pero no se atrevió a abrir los ojos porque no quería enfurecer a la Señora Harsetti.
Lo que no sabía era que su cuerpo estaba siendo envuelto lentamente por una gran serpiente, y fue tragada por dicha serpiente hasta que no quedaba nada en ella.
—Finalmente, tendré mi oportunidad de comenzar otra guerra santa después de cientos de años. Esto se siente nostálgico, ¿no crees, Diosa Asmara? —rió entre dientes la Señora Harsetti.
**