—¡NO ME IMPORTA ESA DIOSA DEL SOL! ¡SOLO QUIERO A MI CISNE! —gritó furioso el protagonista.
—Cisne es su hija —respondió Selene. Suspiró al entender el dolor que su lobito experimentaba, pero realmente no tenía forma de ayudarlo, porque era el deseo del ángel estar separada de su esposo—. Lo siento, lobito. No esperaba que la revelación fuera tan dolorosa. Pensé que tú descubrirías sobre ella tarde o temprano, recibirías un beso suyo, y ustedes dos podrían vivir felices para siempre.
—Pero intenta mirar el lado positivo, tu esposa no está muerta. Solo necesita tiempo para calmarse antes de volver a casa... con suerte. Además, has sido limpiado de tu maldición. Ya no sentirás más dolor en tu corazón, ni perderás la mente cuando estés en tu verdadera forma de lobo —dijo Selene.
—¡NO ME IMPORTA LA MALDICIÓN! ¡SOLO DEVUÉLVEME A MI ESPOSA! —exclamó desesperado.
—... Lo siento, lobito —Selene no podía ocultar su pesar.
