Cisne abrió los ojos y se encontró sola en su cama. Le parecía extraño que siempre se sintiera cálida cuando estaba dormida, pero siempre que despertaba, solo estaba ella en esa cama cálida, y el calor que sentía toda la noche misteriosamente desaparecía.
Ella había preguntado a las criadas gato varias veces, y siempre decían que nadie entraba a la habitación por la noche, por lo que se quedaba confundida todo el tiempo.
Sin embargo, su sueño de esta noche fue vívido y ver lo feliz que estaba Gale con su hijo motivó mucho a Cisne.
Sabía que tenía que estar preparada para el autosacrificio. Aunque no tenía idea de cómo y cuándo sucedería, se aferraba a las palabras de la Santa de que no pasaría mucho tiempo hasta que Cisne obtuviera la respuesta que buscaba.
—Incluso si me cuesta la vida, o mi felicidad, ¡me aseguraré de que Gale sea feliz! —pensó.
**