—¿Cómo sabes que Cisne y yo no estamos predestinados? —resopló Gale—. Tú solo eres un espectador, Jade. No sabes todo sobre mi maldición.
—¿Cómo SABES tú que Cisne y tú estáis predestinados? —replicó Jade—. Puede que no sepa todo sobre tu maldición, pero sé que tu compañera predestinada está destinada a purificarte de esa maldición con solo un beso. Ahora, déjame hacerte una simple pregunta, ¿alguna vez la has besado al menos una vez? Porque si lo hiciste, entonces esos besos no significaron nada porque todavía estás maldito.
Gale apretó los dientes.
Por mucho que admitiera que Jade simplemente señalaba la verdad, aún no le gustaba cómo ella seguía interfiriendo en la situación entre él y su esposa.
—No importa si ella es mi compañera predestinada o no. Haré que suceda de alguna manera —dijo Gale con determinación.
