Cisne estaba asombrada. Le tomó un rato registrar la situación, ya que no dejaba de mirar a Aria levitando.
—¿A-Aria... tú...
—¿Una bruja? Hace tiempo en realidad —respondió Aria ligeramente—. ¿Crees que tú eres la única que puede usar brujería? Vamos, ambas sabemos que siempre he sido más inteligente y talentosa de lo que jamás podrás ser. No me resulta difícil estudiar brujería.
Cisne quizá no entendía su extraño poder, pero sabía muy bien que el poder que ella tenía frente al que Aria tenía era completamente diferente, porque Aria era capaz de instaurar miedo en su corazón.
El miedo comenzó a colarse en su corazón. El aura verde oscuro alrededor del cuerpo de Aria se sentía asfixiante e incluso emanaba un aroma y sabor algo repugnante en la nariz y lengua de Cisne.
—¿Qué pasa? ¿El gato te comió la lengua? —Aria se burló—. Pensé que querías que me arrodillara frente a ti. Lo haré una vez que puedas vencerme. Pero ambas sabemos que eso no es posible ¿verdad?