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Gale se puso pálido al instante. Sus ojos estaban desenfocados, pensando que había violado accidentalmente a su amada y la había matado.
—No... no, esto no puede ser —Gale contuvo sus lágrimas mientras pensaba que había cometido el peor pecado posible. Rápidamente sacó su miembro y volcó el cuerpo de Cisne para comprobar si aún respiraba.
—No, por favor, Cisne, por favor no te vayas. No sabía por qué perdí el control —Gale entró en pánico mientras ponía su oído en su pecho para escuchar su latido. Sin embargo, justo cuando colocó su oído en el pecho de Cisne, sintió una mano suave acariciando su cabello, —¿Qué pasa, Gale? ¿Por qué estás tan alterado? —preguntó Cisne con voz débil.
Gale levantó la cabeza y vio que Cisne estaba cerrando los ojos con cansancio. Su cuerpo estaba débil, pero estaba bastante viva.
Cisne sonrió y murmuró:
—No te preocupes, aún no estoy muerta.