Gale contuvo la respiración.
Sabía que Cisne en este sueño no era la misma Cisne en la vida real. Esta Cisne era mucho más segura y extrovertida. También era muy proactiva, a diferencia de la tímida Cisne de la vida real.
Gale rápidamente racionalizó las palabras de Cisne como un simple sueño y asintió:
—No puedo dejar de pensar en que podrías tener algún tipo de poder misterioso. Esa es la única respuesta posible a cómo pudiste salir ilesa cuando Rock Colmilloplateado te atacó.
—Obtendrás la respuesta más tarde —sonrió Cisne—. Ahora, ¿por qué no vamos con tu madre? Quiero verla.
Gale sonrió. Tomó su mano y llevó a Cisne a una pequeña cueva cubierta con hojas que ocultaban lo que había dentro.
Su madre estaba sentada afuera, comiendo lo que parecía ser una extraña fruta que Cisne nunca había visto antes.
Se veía vieja —probablemente en sus setentas en edad humana—, pero su espalda aún estaba recta y todavía tenía ese carisma propio de una ex Luna de la Manada de la Tormenta.