—¡N-No estoy entrando en pánico! —Claramente sí lo estás —se rió Gale—. Sé que eres tímida y te pones nerviosa a menudo, pero no te preocupes, no sospecho nada malo de ti. Solo me preocupo por ti.
—¿D-De verdad?
—Sí.
—E-Entonces, yo… en realidad yo
—Además, incluso si has manifestado un poder mágico, creo que nunca me herirás ni me traicionarás con él, ¿verdad? —agregó Gale—. Odio más que nada a los traidores.
Cisne se quedó en silencio por un momento y asintió:
—N-Nunca lo haré. Lo prometo.
Gale finalmente se relajó. Acarició suavemente el cabello dorado de Cisne y murmuró:
—Sé que nunca me traicionarías. Puedo sentir la sinceridad y honestidad que emanan de tu corazón. Por eso puedo estar tranquilo cuando estoy contigo.
Cisne apretó los labios y sonrió, pero estaba nerviosa en su interior.
No sabía desde cuándo Gale empezó a sospechar que ella tenía un poder mágico, pero tenía que ser más cuidadosa a partir de ahora.