Swan comenzó a sentirse un poco emocionada, sabiendo que la compañera destinada de Gale podría mirarlo directamente a los ojos. Esa mujer podría ver cuán amoroso era Gale bajo su venda, y ella sería quien disfrutaría de su amor por el resto de su vida.
Swan se sintió un poco amarga al saber que nunca sería esa mujer, pero había aceptado la realidad hace tiempo y había endurecido su corazón. Quería ser útil para Gale hasta su último aliento.
—No te preocupes por este sueño, Gale. Esa masacre no ocurrirá esta vez, porque este sueño se congelará así por un tiempo, al menos hasta que despiertes —aseguró Swan.
—¿De verdad? ¿Cómo lo sabes?
—Porque estoy aquí, y en este sueño —Swan apartó suavemente los brazos de Gale y saltó de la raíz del árbol. Se paró frente a Gale con una sonrisa orgullosa y añadió—, no soy una inválida.