Con los ojos de todos puestos en ella, Cisne se puso nerviosa al instante. Quería enterrar su cabeza profundamente en la arena.
Era solo una estúpida hija de una prostituta sin educación que había vivido con criadas toda su vida. ¿Qué cualificación tenía para aconsejar al rey?!
Se quedó congelada de miedo y nerviosismo durante un rato hasta que Gale le acarició suavemente el cabello. —No estés nerviosa. Solo quiero un consejo de mi compañera.
Cisne giró la cabeza y miró a Gale, quien le sonrió, y su nerviosismo se disipó lentamente.
Miró de un lado a otro a los bestiahombres serpiente y tejón antes de murmurar —Ehm, si la muerte no les asusta, ¿por qué no castigarlos en su lugar?
—Golpearlos o torturarlos tampoco cambiaría nada —respondió Gale—. Ellos ya tienen la intención de morir cuando luchan.