—Entonces, por favor discúlpeme, Su Majestad. ¡T-todavía tengo muchas cosas que hacer! —Meredith hizo una reverencia nuevamente y salió corriendo de la habitación de Cisne.
Meredith parecía una chica muy dócil, honesta y trabajadora, lo que recordó a Cisne a sí misma cuando era solo una criada trabajando en el Palacio de la Santa Achate.
«Pero ella es más linda y tiene un par de piernas que funcionan», pensó Cisne.
Por ridículo que pareciera, todavía sentía un poco de envidia por las mujeres que no eran cojas como ella. A veces, fantaseaba con usar esos hermosos tacones que usaba Aria, que producían un sonido rítmico al caminar que alertaba a todos cada vez que se pavoneaba en una fiesta.
Cisne también quería bailar, como Aria cuando bailaba con esos hombres en la fiesta.
Cisne no tenía intención de bailar con esos hombres, simplemente porque no se sentía cómoda con esos hombres desde el principio.
