[Recomendación musical: Salvatore, versión para violín por Joel Sunny.]
Cisne continuó mirando fijamente la chimenea y murmuró:
—Diosa, si mi presencia solo trae daño a otros, entonces por favor acaba conmigo ahora, arrójame al ardiente abismo del infierno si eso es lo que merezco.
—Si me perdonas por mi pecado, entonces por favor dame el poder para salvar a todos aquellos a quienes amo. Me dijiste una vez que soy tu hija. También me dijiste que soy una Santa —Cisne cerró sus ojos y una lágrima brotó de la esquina de su ojo—. Finalmente, juntó sus manos en posición de oración y dijo:
—Diosa, yo, Cisne de Santa Ágata, he rezado con todo mi corazón para que me permitas enmendar mi falta. Sé que no soy perfecta, ni nunca lo seré. Adórnname con tu santa luz y déjame cambiar el resultado de esta segura desdicha.
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