Honestamente, Cisne no estaba segura de si era leal o traicionera. Aunque nunca tuvo la intención de lastimar a su esposo con muchas de sus mentiras, aún así mintió.
—¿Qué harías si supieras que he estado ocultándote tantos secretos, esposo? ¿Me perdonarías o te enojarías tanto que podrías matarme? —Esa pregunta surgía en la cabeza de Cisne de vez en cuando. No tenía respuesta, pero aún así deseaba que Gale pudiera perdonarla cuando la verdad se revelara. —No creo que pueda mantener la mentira por mucho tiempo. Eventualmente descubrirá sobre Rock Colmilloplateado y mi poder también...
—Oh, Diosa, ¿puedes permitir que esta mentira continúe un poco más? Quiero que mi bebé nazca sano y salvo antes de que todo se derrumbe —Cisne rezó en su corazón. Aunque, esta vez, ni siquiera se creía sus propias palabras. Sabía que ninguna Diosa prolongaría un pecado, especialmente el cometido por la Santa misma.
