A Aria le tomó un tiempo conciliar el sueño. Se revolvió toda la noche sintiéndose inquieta. Después de todo, había cosechado un total de 167 almas tras el brote de disentería en el pueblo. Según el Necronomicón, eso debería ser más que suficiente para concederle una audiencia con la Señora Harsetti.
—¿Pero qué pasa si la Señora Harsetti se niega a verme porque he fallado en lo de la Santa?
El miedo a ser abandonada por la Gran Bruja roía el corazón de Aria.
Así que rezó en su corazón a la Gran Bruja, «Señora Harsetti, por favor aceptadme de nuevo. Hay una venganza ardiente en mi corazón, ¡y no descansaré hasta conseguir lo que quiero! ¡Intercambiaré mi alma—todo lo que tengo con tal de ser bruja una vez más!»
*
Aria se quedó dormida después de su oración, y no pasó mucho tiempo para que escuchara a alguien con una voz sarcástica llamándola por su nombre.
—Abre los ojos, niña.