—Cálmate, no es para tanto —rió Aria—. ¿Todavía recuerdas el colgante que te di la última vez que nos encontramos en el Palacio de Santa Achate? Ese colgante ha sido encantado con brujería que transferirá el alma de la última persona que lo sostenga hacia mí. Después de que mueras, tu alma no irá ni al cielo ni al infierno. Tu alma se queda aquí conmigo, y la pongo dentro de este cuerpo de anciana viuda, para asegurarme de que no tendrás fuerzas para resistirte.
Si Jade estuviera en una situación diferente en este momento, y todavía tuviera su cuerpo real, se habría reído y escupido en la cara de Aria, porque Aria estaba diciendo tonterías.
Ahora que estaba atrapada en el cuerpo de una anciana que podría morir en el próximo segundo, se dio cuenta de que Aria no mentía en absoluto.
—¿E-eres una...