—Sí, Jade. Necesitamos hablar —dijo Gale con desprecio mientras Jade entraba en la sala del trono.
Jade sintió que algo andaba mal cuando la miraron con evidente desprecio y enojo en sus ojos, incluso Cisne, quien usualmente era muy pasiva y mansa, mostró su hostilidad esta vez.
Jade no estaba acostumbrada a ser observada con tal desdén por tanta gente. Ella siempre había sido respetada, incluso adorada por algunos bestiahombres.
Jade tragó saliva al sentirse nerviosa de repente. Dio un paso atrás, pero antes de que pudiera salir de la sala del trono, los guardias detrás de ella cerraron la puerta asegurándose de que Jade quedara atrapada en la sala del trono hasta que fuera castigada por su crimen.
—¿Q-qué es esto? ¿Por qué me miran todos como si fuera una criminal? —preguntó Jade intentando sonar lo más natural posible. Devolvió la mirada fijamente a Alice, la criada conejita, y dijo: