El cuerpo entero de Esme se tensó instintivamente cuando sus brazos la rodearon por la cintura, levantándola sin esfuerzo del suelo como si no pesara más que una muñeca.
En el repentino movimiento, su velo se deslizó libre, revelando su rostro antinaturalmente pálido, con los ojos agrandados en incredulidad. Sus últimas palabras resonaron en sus oídos, dejándola congelada en shock.
—¿Ella era suya? ¿Cuándo había accedido ella a tal afirmación?!
Los ojos de Lennox centelleaban con profundo resentimiento cuando Donovan le robó a su novia justo delante de sus ojos. Sus garras se alargaron, y gruñó entre dientes:
—Quita tus sucias manos de ella.
—No quiero —fue la ingeniosa respuesta de Donovan mientras su sonrisa se ampliaba, su voz serena, pero marcada con un sutil desafío.