Un suave aliento huyó de la nariz de Stella, y ella sacó el anillo de oro desfigurado para mirarlo. Quizás era bueno que él aún no hubiera regresado. Mientras tanto, seguiría intentando encontrar una forma de arreglar el asunto. No estaba segura de tener alguna explicación si Vicente volvía y la encontraba con un anillo desfigurado.
Dejó caer el anillo de vuelta en el cajón y continuó cepillándose el pelo desde donde se había detenido, pero los repentinos ruidos desconocidos provenientes de abajo la hicieron girar la cabeza. ¿Estaba pasando algo? La casa era normalmente muy tranquila, ya que a Valérico no le gustaban los ruidos.
Stella se levantó del taburete, se deslizó los pies en las pantuflas y comenzó a salir de la habitación con el cepillo sostenido defensivamente. Bajó las escaleras y, al llegar al vestíbulo, se encontró con un hombre al que nunca había visto antes.