AFUERA, en el jardín trasero de la mansión, Stella se arrodilló en el pasto y tocó suavemente las flores que parecían estar muriéndose.
—¿Qué les pasó?
—No estoy muy segura, señorita —Maurene jugueteaba con su vestido, el ruido de la ropa crecía por encima de la brisa fría—. Señorita, realmente necesita volver al interior. Hace mucho frío aquí fuera, y podría llover pronto.
Las manos de Stella se tensaron alrededor de la flor, y soltó su agarre antes de que pudiera arruinarlas —.¿Estás insinuando que me resfriaré?
Un silencio húmedo se difundió entre las dos. Claro, había la posibilidad de que ella se resfriara. Era una omega recesiva débil y no una pura. Y no lo decía en tono de desprecio, sino que realmente estaba preocupada por ella. Al señor no le agradaría llegar a casa y encontrar a su esposa enferma.
—...Señorita.