Cynthia se detuvo frente al dormitorio de Arisia, preguntándose si debía llamar o no. Necesitaba ir al mercado donde había conocido a aquel hombre; sin embargo, necesitaba una buena excusa para salir de la mansión sin llamar demasiado la atención de Lucian.
—¿Qué haces aquí? —preguntó una voz profunda, sorprendiéndola.
Se giró para ver a un joven alto y bien construido, con cabello turquesa. Su figura era una que no podía ser ignorada y atraería la atención sin importar a donde fuera. Era la misma persona que había conocido en la terraza, el que se había llevado a la Princesa Arisia consigo.
—¿Tú? —inclinó la cabeza hacia un lado. Había oído decir a sus sirvientas que un apuesto guardia había venido con la princesa; sin embargo, aún no había tenido la oportunidad de conocerlo oficialmente.
—Sí... —el hombre se inclinó, saludando a la gran duquesa.
—Así que sabe quién soy —pensó para sí.
—No hemos tenido la oportunidad de presentarnos, ¿verdad?
—En efecto.