—¿Es esto lo que buscas? —exigió una voz femenina familiar, proyectando su sombra en la pared desde atrás.
Lucian, quien había estado inclinado, se enderezó, cerró el armario y se volvió para enfrentarse a la mujer de cabellos plateados detrás de él.
No había pasado mucho tiempo desde la última vez que la vio, pero ahí estaba ella, de pie frente a él.
Su cabello plateado, aunque atado en una cola de caballo, todavía caía hasta su cintura. Llevaba un vestido de seda blanca adornado con delicado encaje azul en los bordes, con patrones florales esparcidos por la tela.
—¿Tú? —Lucian levantó una ceja, su voz apenas audible en la habitación grande.
—Pareces sorprendido de verme. ¿Olvidaste mi rostro? Nos conocimos hace solo un día —comentó Cynthia, estudiando la expresión de sorpresa y confusión de su esposo.
—La sonrisa en su rostro nunca se desvanece, ¿verdad? —se preguntó Lucian, entrecerrando los ojos.