Lucian miraba fijamente el prendedor en forma de rosa roja que reposaba sobre la mesa frente a él.
—Su Alteza, si sigue mirándolo así, acabará por hacer un agujero en él —bromeó Dylan, para recibir un codazo agudo en su costado de parte de Adrian.
—¡Hey! —gritó el hombre de cabello rubio, pero rápidamente recuperó la compostura cuando sintió la fría mirada del gran duque caer sobre él.
—¿Por qué no se lo das a ella? —preguntó Glain con hesitación.
Lucian cerró los ojos, el peso de los últimos días presionando fuertemente en su mente. El rey había fallecido, pero la reina había prohibido que la noticia llegara al público. Su cuerpo había sido preservado en un ataúd de cristal, encerrado en hielo frío. La imagen persistía en los pensamientos de Lucian, el hedor de la cámara se aferraba a sus sentidos, haciéndole fruncir el ceño de incomodidad.