—¡Su Alteza! ¡Han atacado!
Al oír el grito, Cynthia se despertó sobresaltada. Su mano se deslizó rápidamente bajo su almohada, sacando la espada que había estado manteniendo oculta. La había disimulado cuidadosamente en su bolsa, fuera de la vista, para momentos como estos en que el peligro podría acechar. Y esta noche, al parecer, era esa noche.
Corriendo hacia afuera, se encontró con una escena de caos: caballeros chocando sus espadas unos contra otros. La vista la dejó momentáneamente atónita.
—¿Qué está pasando?
Pensó, con la mente acelerada.
Entonces, una aterradora idea la golpeó.
—¿Podrían haber sido poseídos por demonios?
Sin dudarlo, Cynthia se lanzó hacia los hombres en combate, su espada brillando mientras atacaba con fuerza y precisión.