—Estoy seguro de que no se suponía que recibiera ninguna carta de emergencia... —pensó, caminando hacia su escritorio. Al ver el sello real en el sobre, tragó saliva.
—¿Me ejecutarán, ahora? —meditó, con una suave risa escapando de él.
—[Podrían de verdad ejecutarte esta vez. Antes de eso, déjame matar a ese rey,] —sugirió Keal, su voz llena de emoción.
Lucian no respondió y comenzó a abrir el sobre, sacando la carta que había dentro.
—[Se han visto monstruos en el Lago Lyac. Siguen atacando a los comunes allí. Debes tomar medidas lo antes posible antes de que comiencen a rebelarse contra la corona. No se tolerarán demoras en este asunto.]
—Ah —jadeó Lucian como si acabara de darse cuenta de algo—. No soy más que un guerrero sin voluntad propia a quien ni siquiera pueden permitirse matar.
Apretando el papel con sus dedos, manteniéndolo en su palma, salió corriendo.