—Me pediste que viniera aquí para mostrar que nuestro matrimonio está funcionando perfectamente. Sin embargo, dime, ¿qué esposo se quedaría de brazos cruzados viendo cómo su esposa es menospreciada?
—Tú —respondió Cynthia, mirándolo.
—Lucian frunció el ceño, perplejo por su respuesta. Lo que él no hizo fue precisamente quedarse de brazos cruzados.
—Cynthia jadeó, dándose cuenta de que había dicho inconscientemente lo que pensaba. Él era un esposo que se quedaba al margen y la veía ser menospreciada en su vida pasada. Entonces, ¿por qué se comportaba como un buen esposo en esta vida?
—Su pecho se apretó mientras la ira crecía dentro de ella. Si pudiera, ya lo habría matado. Sin embargo, eso sería demasiado fácil para él. Necesitaba sufrir y, lentamente, desear su propia muerte como ella había deseado. Tenía que sentir cada dolor que ella sintió, y solo entonces su venganza estaría cumplida.
—¿En qué estás pensando? —preguntó Lucian, quien notó que ella se distraía una vez más.