Una risita bastante tonta resonó por el prado. Cualquiera la confundiría con la risa de una criatura maligna y maliciosa, pero en realidad, provenía de una chica que dormía plácidamente ante el sol de media tarde. Ciertamente, su voz aguda era un tanto irritante.
"No quiero... no quiero ir a trabajar..." Dijo en sus sueños mientras se estremecía plácidamente.
El grito de un gran pájaro hizo que se estremezca y girara sobre sí; la hierba suave y mullida era mejor que cualquier colchón en el que hubiese dormido anteriormente.
"Malditas... palomas..."
Era un prado magnífico; en un lugar así no sería difícil encontrar un trébol de cuatro hojas. Simplemente maravilloso. Sería un lugar ideal para vivir, si no fuera un lugar mágico, con un alto contenido de maná, un lugar que engendraba monstruos.
"Ya va..." La chica, Francisca, al borde de despertar al fin, comenzó a buscar a tientas con su mano su celular. Odiaba la maldita alarma y su sonido del diablo, era mejor apagarla antes que le reviente la cabeza con ese ruido tan terrible. "Aaah... joder... "¿Acaso tomé algo anoche?" Francisca, hasta donde podía recordar, había estado jugando ese juego antiguo que solía jugar en el colegio.
Pero por más que buscaba el celular, no podía encontrarlo... Producto de eso, su corazón comenzó a latir con más y más fuerza, eso no podía estar pasando...
"¡Mi celular!" gritó, desesperada.
Al abrir los ojos y sentarse de golpe, se encontró delante de una pradera interminable, muy verde, hermosa. Entonces hizo lo más sano que una persona puede hacer, tirarse hacia atrás y pretender que seguía dormida. Solo para sobresaltarse y levantarse de un solo salto.
[Praderas de Rumia]
Una ventana apareció delante de ella indicándole el nombre de aquel lugar.
"¡¿Eh!?". Exclamó sobresaltada. "¿Y mi celular?"
¿Cómo pondría en su twinstagram que se había despertado en un lugar extraño si no tenía su celular? Francisca parpadeó varias veces, frotándose los ojos con el dorso de las manos. La ventana flotante con el nombre "[Praderas de Rumia]" seguía suspendida ante ella, como si estuviera proyectada en el aire. No era un holograma, no podía ser. Intentó agitar la mano para apartarla, como si fuera humo o un sueño que pudiera disipar, pero la ventana permaneció imperturbable.
"¡No puede ser! "¿Ahora me estoy volviendo loca?", pensó, el pánico comenzando a florecer en su pecho. La sensación de desorientación se intensificó cuando, al mirar a su alrededor, notó algo... extraño. Y entonces noto una sensación agradable, una ráfaga de aire, y qué fresquito se sentía. "Aaaahh... qué rico~".
Entonces lo comprendió. ¡No solo estaba en un lugar extraño, sino que además estaba desnuda para abajo!
"Aha, me he vuelto loca". Sonrió bobamente.
Francisca miró a su alrededor con los ojos desorbitados. La pradera parecía inofensiva: el sol brillaba suavemente, las flores danzaban al compás del viento, y un par de insectos zumbaban en la distancia. Pero nada de eso le tranquilizaba. "¡No tengo ni bragas!" pensó mientras sentía el cosquilleo de la hierba en lugares que, definitivamente, deberían estar cubiertos.
"Vale, vale, Francisca, tranquila…" Se dijo a sí misma, llevando una mano a su frente, como si con eso pudiera aclarar sus pensamientos. Cerró los ojos, respiró profundamente y exhaló lentamente. "Esto tiene que ser un sueño… un sueño muy, muy raro…", murmuró con un tono que intentaba ser calmado, pero que sonaba más a desesperación reprimida.
Pero no importaba cuánto lo deseara, al abrir los ojos, seguía allí. Las "[Praderas de Rumia]" seguían siendo verdes, el cielo seguía despejado y, para su disgusto, la ventana flotante continuaba parpadeando frente a ella como una burla silenciosa.
"No me jodas… esto no es como en esos juegos, ¿verdad? ¿Dónde está mi barra de vida? ¿Mi inventario? "¡¿Mis ítems?!", dijo, tratando de deslizar su dedo por el aire, como si al hacerlo pudiera desplegar un menú oculto. Sin embargo, nada sucedió.
Entonces, una idea absurda, pero quizás lógica en esas circunstancias, cruzó por su mente. "A ver… si este es un isekai…". Cerró los ojos, se concentró y dijo en voz alta: "¡Abrir inventario!"
No pasó nada.
Probó de nuevo, esta vez más fuerte, con algo más de desesperación: "¡Menú! ¡Estado! ¡Skills!"
A su alrededor, solo el susurro del viento y el canto de algún pájaro burlón. Nada de barras de vida ni de niveles de experiencia.
"¿Pero qué clase de juego de mierda es este?", refunfuñó, pateando un terrón de hierba que no le había hecho nada. Se cruzó de brazos y se quedó mirando el horizonte con un puchero en los labios. En ese momento, lo único que deseaba era su maldito celular. "Esto se vería tan bien en una historia de twinstagram…"
Y no es que no lo hubiera notado, sus manos eran diferentes, sus patas parecían como de animal y lo peor, había perdido tetas. Sí, había disminuido en tamaño (o las cosas en este lugar eran más grandes), pero sí que se le habían encogido las tetas.
Francisca miró sus manos, o lo que solían ser sus manos en otro momento, con una mezcla de asombro y frustración. Ahora, en lugar de sus dedos delicadamente pintados de esmalte brillante, tenía algo que se asemejaba a patas acolchadas cubiertas de un suave pelaje dorado. No pudo evitar soltar un grito.
"¡¿Pero qué carajos le pasó a mi cuerpo?!", gritó, agitando sus patas como si al hacerlo fueran a transformarse de vuelta.
Miró hacia abajo y notó que, para su fortuna, no todo su cuerpo estaba cubierto de ese mismo pelaje, solo sus pies y sus manos. Sin embargo, la piel de sus extremidades, antes suave y cuidadosamente exfoliada, había desaparecido, reemplazada por una capa de pelaje que la hacía parecer… ¿Un animal? ¿Una criatura? El hecho de que ya no sintiera sus tetas colgando, como solían hacerlo, fue la gota que colmó el vaso.
"¡No solo me arrancan del mundo real, sino que encima me reducen las tetas! "¿Es que ni siquiera en un isekai pueden respetar mi maldito cuerpo?"
El viento volvió a soplar suavemente, como si el mundo mismo se burlara de su queja. Francisca se dejó caer de espaldas en la hierba, mirando al cielo con una mezcla de resignación y desesperación.
"Ok, resumiendo", comenzó a enumerar, levantando sus patas como si fueran dedos. "Uno: estoy en un mundo que claramente no es el mío. Dos: estoy desnuda y cubierta de pelo. Tres: "¡Mis tetas son una versión de baja resolución!" Se llevó una pata a la cara, incapaz de creer lo que estaba diciendo. Afortunadamente, los dedos de sus patas funcionaban con bastante destreza, casi no podía notar diferencia con sus antiguas manos. "Esto tiene que ser una pesadilla… una pesadilla muy jodida".
Se quedó allí, respirando profundamente, tratando de calmarse. Pero justo cuando comenzaba a aceptar su extraña situación, algo en el borde de su visión llamó su atención. Una ventana de texto apareció de nuevo frente a ella, pero esta vez tenía un mensaje distinto:
[¡Felicitaciones! Has desbloqueado la habilidad: "¡Conciencia existencial!"
"¿Conciencia existencial?", leyó en voz alta, confundida. "¿Y para qué demonios me sirve eso? ¿Para darme cuenta de lo jodida que estoy?" Refunfuñó, pero una pequeña parte de ella no pudo evitar sentirse un poco curiosa, en su mente no sonaba tan mal, diablos, incluso quizás sea algo increíble.
Decidió probar su nueva habilidad diciendo en voz alta "¡Usar Conciencia Existencial!".
Nada cambió. Ni un destello, ni un sonido dramático, ni una sensación de poder. Solo un susurro de una voz desconocida en su mente que decía...
"Eres una idiota".
Francisca parpadeó. "¡Oye, no necesito una habilidad que me diga lo que ya sé!", refunfuñó, pateando el aire con sus patas peludas. "¿Dónde están mis hechizos de fuego, mis invocaciones, mis habilidades rotas para explotar este mundo?"
Sin embargo, mientras se quejaba, una sombra se proyectó sobre ella. Francisca dejó de patalear y, con el corazón en la garganta, alzó la mirada. Frente a ella, una figura mucho más imponente que la que había visto antes: una criatura gigantesca con el cuerpo de un lobo, pero con ojos que brillaban con una inteligencia siniestra.
"Oh, no… ¿Un jefe de área? ¡No tengo ni armas ni ropa, maldita sea!" chilló Francisca, poniéndose de pie de un salto. En su mente, resonaba el típico sonido de alerta de un encuentro de jefe, aunque solo fuese un eco de los videojuegos que tanto había jugado.
El lobo gigante la miró fijamente, mostrando sus colmillos en una mueca que podría ser una sonrisa o una amenaza. Francisca tragó saliva. "Vale, vale, soy solo una chica perdida… eh… "¿Quizás podemos ser amigos?" intentó decir en un tono dulce, aunque sus patas temblaban incontrolablemente.
El lobo rugió, haciendo temblar el suelo bajo sus patas. "Definitivamente, no un amigo", pensó Francisca mientras su instinto de supervivencia finalmente se activaba. Sin pensarlo dos veces, se giró y salió corriendo tan rápido como le permitían sus patas peludas.
"¡Aaah! ¡Esto no es justo! ¡Yo solo quería jugar videojuegos y dormir la siesta!" gritó mientras corría. Sentía el peso de la criatura persiguiéndola, el sonido de sus garras rasgando la tierra a cada zancada.
Pero entonces, justo cuando pensaba que sería devorada, otra ventana apareció frente a ella.
[Has desbloqueado la habilidad pasiva: "Sprint del cobarde"
"¡Perfecto! ¡Algo que sí sirve!", chilló, sintiendo cómo sus patas cobraban velocidad de repente. De alguna manera, comenzó a correr aún más rápido, zigzagueando entre los árboles que habían aparecido de la nada en la pradera.
"¡Gracias, mundo isekai! ¡Esta sí me la quedo!" Francisca se rió con una mezcla de alivio y locura. Pero, por supuesto, su suerte no duraría mucho.
Justo cuando creía que había ganado suficiente distancia, una nueva sombra apareció frente a ella. Esta vez no era un monstruo, sino una figura humana... o al menos, parecía humana. Un joven humano con ropaje de novato y una espada brillante, incluso tenía una bandana de héroe en la cabeza.
"¡Perfecto! ¡Entre la espada y el lobo!" Se llevó las patas al rostro y, en un arrebato de desesperación, gritó: "¡Yo solo quiero mis bragas y mi celular, maldita sea!"
El joven aventurero, sorprendentemente, esbozó una sonrisa: "¡Ay!". Y por ir mirándolo, tropezó a su lado y cayó al suelo de boca, quedando con el culo desnudo al aire. El aventurero, desconcertado por la torpeza de la criatura a su lado, comprendió rápidamente que ella no era realmente una amenaza. Tomó aire y se plantó frente a la abatida Fran alzando su espada y sonriendo.
[Lobo Cobarde]
Afortunadamente para el novato, la criatura frente a él era solo aspecto y nada de fuerza; una vez alguien le plantara cara, huiría por su vida. Y así, comenzó la aventura de Fran en un nuevo mundo.
"Tu culo está al aire, idiota", informó su habilidad recientemente adquirida.