Buscando allá donde todo y nada es posible, obligan a sus ojos cansados vagar en un mar de agua cristalina y salada, mientras las llamas de un incendio atenuante llenan las yagas de sus manos cortantes de sueños y que perturban días y noches sin descansos puros, mostrando solo el temor del todo vivirlo. Con miles de quejas que retumban las cienes de aquellos que las escuchan, porque por el se llora y aquejan tanto los seres animados en esta humilde penumbra.
Sin hallar descanso entre tanta muchedumbre junta, separada por sus ideas absurdas de un mundo ligero y virtuoso con aquello que es bueno callar y no ejecutar, no han de entender que es tan vil y banal, que no sirve para nada, no nutre ni hace bien, destruyendo a todo aquel que se digna a tocarlo sin saber, ganando una batalla sencilla y dejando de lado su sabiduría por la búsqueda de algo nuevo y sin embargo corrupto, tan solo porque es causa de goce, pero no abunda en bondad y cariño más que en descaro y orgullo sin sentido. Así es y será siempre esta tonta gente que no sabe que es manejada cual títere de tela, siendo jalados por hilos poco visibles a la borrosa vista de un pobre desconocido ante la verdad.
Como una prostituta que se vende a ella y a su hija por unas monedas que no le sirven ni alcanzan para comer un trozo de pan, dejándose profanar por cuanto hombre malicioso ofrece el pago sacrificando su vida y la de su criatura, ultrajando sin cesar la inocencia que poco a poco se pierde y queda en olvido. Por su ignorancia, deja a la pobre chiquilla desamparada y sucia con el baño de la discordia que ya reina su débil corazón, desperdiciando la oportunidad de redención sin saber, porque no posee la escuela de la sabiduría y entendimiento más que la cruel enseñanza de derramar elocuencia y lágrimas. Por ello, se alimenta de tierra y hierva amarga que le dejan la boca áspera, soñando e imaginando tan solo que es un dulce festín, por dolor a ver la realidad en la que vive, engañándose a sí misma para llorar menos aun si sufre más.
Así se encuentra ahora aquel triste umbral que parece crecer entre las sombras sin detenerse, nada lo detiene, nadie se atreve por el beneficio que conlleva al poder, mientras otros seden por placer o desesperanza, sentimientos que aumentan con el pasar de los tiempos, consumiendo todo y dejando poco, ahuyentando las creaciones limpias del mundo, absorbiendo de nuevo su asquerosa peste, sin siquiera darse cuenta de que son sus desechos, lo que consume y los consume por dentro y fuera de su cuerpo casi enfermo y podrido.
Quizás no sean puros, quizás sean desconocidos ante todo y ante todos, porque ya no se reconocen las cosas distintas, ya no se perciben porque es todo igual o se obligan a sí mismos aquellos que no lo son, tan solo para encajar en algo que no tiene forma, porque el sonido de una fe quebrantada por el odio y la envidia es lo único que sus oídos oyen, negándose a oír más que lamentos. No es su culpa, es lo único que les brinda este lugar y también es lo único que pueden dar porque no hay más, simplemente se ha perdido mucha de la herencia que dejaron sus ancestros, solo queda polvo de todo ello, son pocos los que logran rescatar esa buena herencia inmaterial, lastimosamente para ellos la pierden muy rápido, los envidiosos que ven ese tesoro tratan de arrebatarlo incluso si también pierden en el camino solo por el hecho de encontrarlo hermoso, deseando poseerlo por completo, únicamente pensando en su propia felicidad, pero en cuanto tienen ya lo que querían se dan cuenta que es efímero ante sus manos porque solo la verdadera conciencia de tener aquello en su corazón logrará darle la capacidad de gastar los bienes arrebatados y propios.