Zhou Xintian cerró el viejo libro de herbolaria con un suave crujido. Las hojas, desgastadas por el tiempo, despedían un tenue aroma a madera y especias. Al acariciar la cubierta de cuero agrietado, una sensación de asombro le recorrió el cuerpo. Sabía cada palabra, cada concepto flotaba en su mente con una claridad inquebrantable. Se quedó mirando el horizonte, donde la brisa jugaba entre las hojas de los árboles, y dejó que su mente vagara.
En su vida pasada, los estudios habían sido un desafío constante. Las largas noches frente a pantallas, la frustración al intentar retener conceptos complicados… todo parecía tan distante ahora. Aquí, en este mundo extraño, todo era distinto. Como si su mente hubiera sido afinada, elevada a un estado de perfección. Aún no comprendía del todo el porqué, pero lo aceptaba con una mezcla de gratitud y desconcierto.
Con una exhalación profunda, Zhou se puso de pie. Sus músculos se estiraron con un leve crujido, y una brisa fresca le acarició el rostro. Inhaló lentamente, sintiendo cómo el aire frío llenaba sus pulmones, mientras cerraba los ojos. Su mente, serena y alerta, comenzó a revisar los fragmentos de conocimiento que había desenterrado.
La técnica Máscara Espiritual emergió en su conciencia, nítida como un reflejo en agua calma. No era solo un conjunto de movimientos o instrucciones. Era un principio, una filosofía.
Técnica Máscara Espiritual – Una Experiencia Sensorial y Reflexiva
Zhou Xintian cerró el viejo libro de herbolaria con un suave crujido. Las hojas, desgastadas por el tiempo, despedían un tenue aroma a madera y especias. Al acariciar la cubierta de cuero agrietado, una sensación de asombro le recorrió el cuerpo. Sabía cada palabra, cada concepto flotaba en su mente con una claridad inquebrantable. Se quedó mirando el horizonte, donde la brisa jugaba entre las hojas de los árboles, y dejó que su mente vagara.
En su vida pasada, los estudios habían sido un desafío constante. Las largas noches frente a pantallas, la frustración al intentar retener conceptos complicados… todo parecía tan distante ahora. Aquí, en este mundo extraño, todo era distinto. Como si su mente hubiera sido afinada, elevada a un estado de perfección. Aún no comprendía del todo el porqué, pero lo aceptaba con una mezcla de gratitud y desconcierto.
Con una exhalación profunda, Zhou se puso de pie. Sus músculos se estiraron con un leve crujido, y una brisa fresca le acarició el rostro. Inhaló lentamente, sintiendo cómo el aire frío llenaba sus pulmones, mientras cerraba los ojos. Su mente, serena y alerta, comenzó a revisar los fragmentos de conocimiento que había desenterrado.
La técnica Máscara Espiritual emergió en su conciencia, nítida como un reflejo en agua calma. No era solo un conjunto de movimientos o instrucciones. Era un principio, una filosofía.
Primera Fase: Ocultación del Sentido Espiritual
Zhou visualizó su sentido espiritual como un río invisible que fluía alrededor de él, sus aguas claras y brillantes emanando hacia el entorno. Debía contener ese río, transformarlo en un lago profundo y sereno, cuyas aguas solo él pudiera tocar.
Condensación y Compresión: Zhou inhaló profundamente, sintiendo cómo su energía comenzaba a retroceder hacia su cuerpo. Era como envolver su esencia en una capa tras otra, apretando cada filamento espiritual hasta formar una barrera densa. La presión era palpable, como si el aire a su alrededor se espesara. Una burbuja de vacío se formó a su alrededor, y con cada respiración, se volvía más opaca y firme.
Mimetización Ambiental: Con los ojos cerrados, Zhou se concentró en el susurro del viento, el murmullo de las hojas y el pulso lento de la tierra. Sincronizó su ritmo interno con el entorno, permitiendo que su sentido espiritual se fundiera con la naturaleza. Ahora era parte del bosque, su presencia diluida, como si nunca hubiera estado allí.
Escudo Invertido: Con un último ajuste mental, Zhou dio un giro metafórico a su energía, dirigiéndose hacia su centro. Cualquier intento de rastrearlo sería como buscar una sombra en la oscuridad. La energía no se disipaba, sino que rebotaba, desviándose como una flecha sin blanco.
Segunda Fase: Ocultación del Nivel de QiEsta fase requería un control aún más delicado y preciso. Zhou sentía su Qi fluir como un torrente cálido en sus venas, pero ahora debía camuflarlo, fragmentarlo.
División del Qi: Cerró los ojos y visualizó su Qi como un mar interior. Con un esfuerzo consciente, separó las aguas en capas, dejando una fina película en la superficie, mientras el grueso se retiraba a profundidades insondables. Su cuerpo emitía apenas un rastro débil, como el susurro de un arroyo lejano.
Fluctuación Controlada: Zhou permitió que su Qi en la superficie oscilara de manera irregular, como si no pudiera controlarlo del todo. Era un truco simple pero efectivo. Los sentidos más agudos interpretarían esas fluctuaciones como la marca de alguien inexperto o débil.
Qi Falso: Finalmente, concentró su sentido espiritual para crear una máscara ilusoria. un susurro apenas perceptible, La ilusión era perfecta. En ese momento, Zhou no era diferente a una piedra o un árbol viejo, su presencia espiritual estaba completamente oculta junto con su Qi.
Zhou permanecía de pie, sintiendo cómo su respiración se acompasaba con el latido del entorno. Había dominado la técnica en todas sus fases, y el silencio que lo envolvía era la prueba viviente de su éxito. Su presencia se había diluido por completo. A ojos del mundo, no era más que una sombra difusa, una entidad irrelevante en el vasto tapiz del mundo, un insecto tendría más notoriedad que él.
Pero algo más comenzó a revelarse en lo profundo de su mente. Una tercera fase, oculta entre los pliegues del conocimiento recuperado, solo fue visible cuando Zhou domino por completo las fases. Como un susurro lejano, la comprensión llegó lentamente, trazando patrones en su conciencia.
El aire alrededor de Zhou comenzó a sentirse distinto, cargado de una energía vibrante que nunca antes había percibido con tal intensidad. La naturaleza misma parecía respirar junto a él, entregándole su esencia, dirigió su conciencia en el nuevo conocimiento liberado por la iluminación.
Zhou se dejó llevar por esta nueva sensación. Ya no necesitaba sentarse en prolongadas sesiones de meditación para absorber Qi. Su cuerpo actuaba por sí solo, como si cada poro se abriese para beber la energía circundante. El Qi fluía hacia él en un torrente constante, suave pero incesante, como la brisa que acaricia las hojas. A medida que la energía entraba en su cuerpo, Zhou sintió algo extraordinario: el Qi se purificaba automáticamente, despojándose de impurezas y transformándose en una fuerza cristalina y pura.
Era como si una forja interna, invisible, moldeara cada partícula de energía hasta alcanzar la perfección. El resultado era un Qi tan refinado que irradiaba una sensación de santidad.
Zhou, ahora en un estado de profunda conexión con el entorno, descubrió un nivel aún más sutil. Podía extraer la esencia espiritual de la naturaleza misma. No se trataba solo de absorber energía, sino de tomar el alma misma del entorno: la vitalidad de los árboles, el susurro de las corrientes, la fortaleza de las montañas. Esta esencia alimentaba su espíritu, fortaleciéndolo poco a poco, como raíces que profundizan en tierra fértil.
Zhou abrió los ojos lentamente, sintiendo una calma abrumadora en su interior. Cada fibra de su ser vibraba con energía pura y renovada. A su alrededor, el bosque parecía más brillante, más vivo. El viento, antes indiferente, ahora acariciaba su piel como un viejo amigo.
"Esto… esto es algo más que una técnica," pensó, con el corazón latiendo con fuerza. Era una comunión con el mundo, una fusión entre su espíritu y la naturaleza. Cada paso que daba lo conectaba más profundamente con el entorno, y cada aliento lo llenaba de una fuerza renovadora.
Zhou exhaló lentamente, aún sintiendo cómo el Qi fluía a través de su cuerpo en un estado de pureza absoluta. A su alrededor, todo parecía más silencioso, como si el mundo mismo contuviera el aliento en un gesto reverencial. Pero no estaba solo.
A pocos pasos de distancia, el viejo Franz se mantenía inmóvil, observándolo con una mezcla de asombro y terror. Su rostro, ahora profundamente surcado por las arrugas del tiempo y teñido de un tono morado por la impresión, parecía reflejar años acumulados en un instante. Su cuerpo temblaba ligeramente, incapaz de procesar lo que acababa de presenciar.
Había esperado toda su vida para ver algo como esto: un milagro. Un evento que desafiaba todas las leyes que conocía. Y, sin embargo, ahí estaba Zhou, un joven que hace unas horas apenas había comenzado a explorar su sentido espiritual, ahora envuelto en un manto de invisibilidad total. No había rastro alguno de su Qi, ni un ápice de su presencia espiritual. Solo la mirada penetrante de Zhou confirmaba que seguía allí.
Franz tragó saliva con dificultad. Todo lo que sus sentidos le decían era falso. Había dedicado décadas a buscar un método similar, soñando con la capacidad de desaparecer del mundo espiritual, pero jamás encontró respuestas. Y ahora, frente a él, veía el fruto de sus investigaciones tomando vida en alguien más.
"¿Será un monstruo?" pensó con una mezcla de miedo y fascinación. "¿Un ser renacido mediante algún método oculto?" Sus pensamientos corrían desbocados, intentando encontrar una explicación. Los avances de Zhou eran inconcebibles. Era como si el joven estuviera destinado a romper todas las barreras, como si el cielo mismo hubiera decidido colocarlo en un pedestal inalcanzable.
Zhou lo miró directamente, y Franz sintió un escalofrío recorrerle la espalda. La presión en el aire era palpable, pero no agresiva; era la calma antes de una tormenta. Con las piernas temblorosas, Franz cayó de rodillas y se inclinó profundamente, haciendo una venia reverencial.
—Joven maestro Zhou… su voz se quebró al principio, y tuvo que esforzarse para continuar
—. Le… le ruego, por favor… me tome bajo su tutela. Permítame ser su discípulo.
Las palabras salieron atropelladas, cada una cargada de respeto y desesperación. Franz no sabía si estaba pidiendo demasiado, pero entendía que este joven era un genio que sobrepasaba los cielos.
Zhou lo observó en silencio, sin mostrar emoción alguna. El viejo maestro, quien siempre había sido una figura imponente y sabia, ahora parecía un niño implorando una migaja de conocimiento. Franz sabía que esto era una apuesta arriesgada.
Zhou era joven, tal vez apenas rozaba los veinte años, pero su talento era tan vasto que superaba cualquier lógica. Lo que más le aterraba era la facilidad con la que Zhou había aprendido y perfeccionado cada técnica que le había enseñado, llevándolas a niveles que él mismo jamás había imaginado.
—Maestro Zhou… insistió, su voz ahora apenas un susurro. Por favor…
El viento susurraba a su alrededor, como si el bosque también esperará la respuesta de Zhou.
Zhou se quedó completamente inmóvil, perplejo ante la escena que tenía frente a él. Ver al viejo Franz, un hombre que hasta hace poco era una figura imponente, inclinado con tanta reverencia, era desconcertante.
Las palabras de súplica, cargadas de respeto y casi ruego, resonaban en su mente como un eco imposible de ignorar.
Nunca en su vida había experimentado algo así. En su vida pasada, era un simple mentor ocasional para los jóvenes pasantes de la corporación. Daba uno que otro consejo a sus colegas, nada fuera de lo común. Nunca había tomado a nadie bajo su tutela de manera formal ni había guiado a alguien en un camino de aprendizaje profundo. ¿Cómo podía ahora, de repente, estar en esa posición?
Zhou inhaló lentamente, tratando de encontrar las palabras adecuadas.
—¿Por qué me pides esto, señor Franz?. preguntó finalmente, su voz suave pero llena de incredulidad
—. Soy un ignorante en estas cosas. Apenas estoy aprendiendo de sus enseñanzas. Apenas llevo unas cuantas horas…
El viejo Franz levantó la cabeza lentamente, su mirada ahora llena de seriedad y convicción. A pesar de los temblores en sus manos, su voz no vaciló al responder.
—"Joven maestro Zhou." comenzó, cada palabra cuidadosamente pronunciada
—"Lo poco que has leído… lo has perfeccionado. No solo memorizaste cada detalle, sino que analizaste la información, desglosaste su esencia y la reconstruiste. Eso, en sí mismo, es algo que no he logrado en toda mi vida de arduo trabajo."
Zhou frunció el ceño, intentando procesar lo que acababa de escuchar, pero Franz continuó con la misma intensidad:
—"Lo que has logrado tiene más mérito que todo lo que yo sé. No eres solo un aprendiz. Eres un genio en los saberes. No solo comprendes el conocimiento; alcanzas la iluminación con facilidad y, lo más importante, lo aplicas en la práctica de manera perfecta.
Zhou sintió una mezcla de sorpresa y humildad. Las palabras de Franz no parecían exageradas, pero aún le resultaba difícil aceptarlas. ¿Cómo podía alguien como él, que hace tan poco estaba atrapado en una vida monótona, ser visto ahora como un maestro?
El silencio que siguió fue profundo, roto solo por el susurro del viento entre los árboles. Zhou sabía que algo había cambiado, algo que no podía ignorar. Franz lo veía como un faro de conocimiento y habilidad, y aunque Zhou aún dudaba, entendía que este camino recién comenzaba.
Zhou recordó rápidamente el Árbol de las Revelaciones si Eso era!
Murmuró en voz baja, casi para sí mismo:
—El árbol de las revelaciones…
De repente, un grito sofocado interrumpió sus pensamientos:
— ¿Qué ha dicho? —exclamó Franz, su voz cargada de incredulidad.
Zhou alzó la vista, notando el asombro en el rostro del viejo maestro. Los ojos de Franz estaban desorbitados, su respiración ligeramente agitada. La intensidad en su expresión era casi palpable. Zhou, tomándose un momento para medir sus palabras, finalmente respondió con calma:
—Sí, el árbol de las revelaciones. Hace un tiempo tuve un encuentro fortuito con él. Es por eso que creo que puedo alcanzar la iluminación con tanta facilidad.
Las palabras de Zhou parecían resonar en el aire. Franz permaneció inmóvil, como si su mente procesara lo imposible. Sus pensamientos se arremolinaron en torno a lo que acababa de escuchar.
El árbol de las revelaciones… Aquella entidad sagrada sobre la que solo había leído en los textos más antiguos y polvorientos.
Era un mito, una leyenda de tiempos remotos. Decían que quien se encontrara con el árbol recibiría una iluminación ilimitada, transformándose en un ser trascendente. Pero esos relatos eran tan antiguos que habían sido relegados al ámbito de los cuentos olvidados.
Con esta revelación, Franz no pudo evitar sentirse abrumado. El joven que tenía frente a él, Zhou, no solo era un prodigio; era alguien destinado a convertirse en una figura imponente. Y Franz sabía que debía hacer todo lo posible para mantenerse bajo la sombra de un "árbol" tan majestuoso.
Finalmente, Franz rompió el silencio, inclinándose ligeramente en señal de respeto:
—"Joven maestro Zhou"… su voz era reverente
—. Sí, leyó sobre el árbol de las revelaciones. Siempre pensé que era una leyenda, una historia perdida en el tiempo. Pero ahora entiendo que he estado equivocado.
Franz respiró hondo, su mirada cargada de una mezcla de admiración y súplica. Continuó con humildad:
—Has sido bendecido por los cielos, joven maestro Zhou. Tus logros, estoy seguro, trascenderán las eras y se convertirán en leyenda. Por favor, permíteme una petición humilde: acéptame como tu discípulo. No pido más que pequeñas guías, nada más que lo que desees compartir conmigo.
Hizo una pausa, su tono volviéndose aún más solemne:
—Te juro que guardaré este secreto. Nadie más sabrá lo que me ha revelado hoy. Nunca mencioné nuestra relación a menos que tú lo permitas. Seré como una sombra, invisible para todos excepto para ti. Solo deseo seguirte en este camino, aunque sea desde la distancia.
Franz alzó la vista, sus ojos llenos de determinación y esperanza.
— ¿Qué opinas, joven maestro Zhou?. preguntó finalmente, inclinando la cabeza con humildad.
Zhou permaneció en silencio por un par de minutos sin saber que hacer, este es un mundo nuevo donde tener discípulos y subordinados era lo más común.
Zhou permaneció en silencio durante unos largos minutos, su mirada fija en el suelo mientras procesaba la situación. En este mundo, tener discípulos o subordinados parecía ser algo tan natural como respirar, pero para él, que aún se estaba adaptando a esta nueva vida, la idea era desconcertante. Finalmente, tomó una decisión. Inhaló profundamente y habló con calma, pero con firmeza:
—Está bien. Te aceptaré, pero no como un discípulo. No estoy a la altura de un maestro todavía. Zhou levantó la mirada, observando a Franz directamente a los ojos.
—. Puedes estar a mi lado como un subordinado. Seguiremos aprendiendo juntos; Yo aprenderé de ti y, a su debido tiempo, compartiré lo que descubra en mi camino hacia la iluminación. Será un trato equitativo.
Hizo una pausa, dejando que sus palabras se asentaran antes de continuar:
—Este acuerdo deberá mantenerse en secreto hasta que yo decida revelarlo a los demás. En presencia de otros, me llamarás simplemente "joven Zhou", como lo ha hecho desde el principio. Pero en privado, puedes dirigirte a mí como lo prefieres.
La mirada de Zhou se afiló, evaluando la reacción de Franz. Luego formuló su pregunta, con un tono que no admitía dudas:
—¿Estás de acuerdo?
Franz no dudó ni un instante. Con una rapidez que desbordaba emoción y solemnidad, se arrodilló sobre una rodilla, inclinando la cabeza profundamente mientras unía sus manos: una en puño, la otra en palma, en un gesto de reverencia absoluta. Su voz, firme y resonante, se elevó en el aire cargada de devoción:
—Yo, Franz Enit, juro lealtad a Zhou… Franz vaciló un instante, abriendo un ojo con timidez, como si pidiera permiso para conocer el nombre completo de su nuevo señor.
Zhou, esbozando una ligera sonrisa, respondió con serenidad:
—Zhou Xintian.
Franz acercó y cerró los ojos, continuando su juramento con renovada convicción:
—Yo, Franz Enit, juro lealtad a Zhou Xintian. Que los cielos sean testigos de este juramento, y que un rayo me parta y acabe con mi vida si llego a faltar a mi palabra.
El laboratorio parecía contener el aliento, el viento cesó momentáneamente, como si la naturaleza misma reconociera la solemnidad del momento. Zhou observó a Franz, asimilar la profundidad de su juramento, y aunque aún no se sentía del todo cómodo con la situación, entendió que este era otro paso en el camino que le aguardaba en este extraño y nuevo mundo.
Con un leve movimiento de la cabeza, Zhou ganó el juramento en silencio, mientras Franz se mantenía arrodillado, inmóvil, guardando nuevas órdenes.
—Levántate, Viejo Señor Franz, no es necesario esas etiquetas entre nosotros. dijo Zhou con calma, mirando al viejo Franz con una mezcla de respeto y determinación.
Franz dudó por un momento, pero al ver la sinceridad en los ojos de Zhou, finalmente se levantó, haciendo una ligera inclinación de cabeza.
—Eso no es posible, joven maestro —respondió con voz grave, pero mantendré esto en secreto como has ordenado.
Zhou asintió, agradecido por la disposición del viejo subordinado, aunque no pudiese evitar la sensación de que Franz aún veía la situación con una perspectiva de jerarquía. Sin embargo, su misión no era destruir esas barreras de inmediato, sino cultivarlas con tiempo.
—Seguiré con el estudio y la lectura, continúa con tus asuntos, lo llamaré si tengo alguna duda.
Franz, con un leve asentimiento, comenzó a girarse para salir, pero antes de hacerlo, Zhou lo detuvo con una pregunta inesperada:
—¿Cuántos colaboradores hay en el laboratorio? ¿Y qué encargos están disponibles? Sería extraño que no haga nada cuando soy nuevo en este lugar.
Franz se detuvo, mirando al joven con una expresión que reflejaba sorpresa, aunque rápidamente se recompuso, implicaba organizar las tareas y supervisar a los colaboradores que Zhou pronto conocería.
—Actualmente somos diez, si incluyo a usted, joven maestro. Dos de ellos están enfocados en la investigación de los materiales extraños que hemos estado recolectando, mientras que cinco se encargan de los experimentos prácticos, los demás se encargan de recolección de recursos para el laboratorio. Hay un par de proyectos en marcha, si desea unirse a alguno de ellos o ayudarnos a recolectar plantas, semillas, o materiales preciosos en la mina, con su sentido espiritual nos será de gran ayuda, también podrías participar en procesos prácticos de alquimia o en la investigación. – Franz
Zhou asintió pensativamente, su interés al conocer las opciones disponibles. Conociendo el lugar y las tareas, ahora podría sumergirse en los trabajos que más le interesaran.
—Bien, mantendré mi atención en esos proyectos —dijo con decisión, mirando a Franz. Continuemos, entonces.
Franz inclinó ligeramente la cabeza y se retiró en silencio. Zhou lo observó marcharse, sintiendo un renovado impulso en su interior. Cada libro, cada conversación y cada acción lo llevaban más cerca de convertirse en una persona totalmente nueva.
La felicidad no era simplemente el resultado de aprender algo nuevo; era la sensación de que, paso a paso, estaba construyendo un camino que no solo lo beneficiaría a él, sino también a quienes le han dado una mano, un nuevo propósito crecía ardientemente dentro de Zhou.