Mientras Zhou Xintian se aleja del campo de batalla, siente el dolor punzante de cada músculo, un recordatorio constante de la ferocidad del encuentro con el lobo-tigre y la aberración que intentó reclamar su vida. Sus pensamientos giran en torno a la brutalidad de la pelea, a la velocidad de cada golpe y cada esquiva; el crujir de huesos y el olor a sangre fresca persisten en su mente. Aquella confrontación le dejó mucho más que heridas superficiales: lo sumergió en una duda insondable sobre sí mismo y sobre el mundo que, como él, sigue siendo implacable y salvaje.
Al adentrarse en esas tierras desconocidas, Zhou nota los cambios abruptos en el paisaje: los árboles poseen cortezas que destellan con un brillo espectral, como si un fuego interior los animara; los cielos se tiñen de colores extraños, casi irreales, como un atardecer eterno que desafía cualquier lógica natural. Sin embargo, estos fenómenos, en lugar de asombrarlo, intensifican su sensación de desasosiego. Se encuentra vagando por un terreno que parece diseñado para confundirle, y los susurros de las sombras al borde de su visión lo acechan como los ecos de un pasado que ya no puede recordar con claridad.
Con cada paso que da, siente cómo sus fuerzas se diluyen. La fatiga comienza a adueñarse de su cuerpo, y el hambre se convierte en una constante punzante, un recordatorio de su fragilidad en esta tierra hostil. Han pasado días desde que sus labios probaron algo comestible, y cada movimiento de sus pies descalzos en la tierra parece exigirle un esfuerzo titánico. Pero más allá del hambre, una punzada de vacío profundo lo consume. En medio de su soledad, sus pensamientos regresan a su vieja vida, a las personas y rostros familiares, a la simplicidad de los días antes de que el caos lo arrastrara hacia esta existencia de violencia y desconfianza. ¿Cómo llegó aquí? ¿Qué lo llevó a cruzar esa línea que separa la tranquilidad del conflicto interminable?
Recuerda los momentos en que las noches eran solo noches, donde el sueño era fácil y sus preocupaciones limitadas. Se encuentra preguntándose qué lo empujó a este camino de supervivencia cruda, un camino donde solo los fuertes prevalecen y donde su propósito se desvanece en las brumas de sus propios temores. La claridad de sus recuerdos se disuelve a medida que avanza, y con ella, su sentido de identidad. Siente cómo las preguntas comienzan a pesarle tanto como el hambre: ¿acaso esto es lo que el destino tenía reservado para él? ¿O es él mismo quien se ha condenado a vagar en estas tierras sin descanso? Cada duda lo llena de una sensación de vacío existencial, y sabe que, aunque logre encontrar alimento o refugio, nunca se librará de esa otra hambre, aquella que devora su espíritu en busca de respuestas.
Sumido en la penumbra de su desconcierto, de pronto percibe algo que parece irreal, casi un espejismo: un destello suave y cálido que emana desde un claro en el bosque. Allí, en medio de la espesura, descubre un estanque cuyas aguas parecen capturar la esencia de las estrellas. Sobre ellas, un árbol surge como un fragmento de un sueño o una pintura nacida de los secretos de la naturaleza. Sus ramas, gruesas y arqueadas, emergen desnudas de hojas, y en su lugar, una serie de hongos luminiscentes pende, respirando en tonos verdosos y azules, como faroles en una niebla etérea. El árbol exhala un aire antiguo y misterioso, casi como si tuviera un latido propio, un ritmo que resuena en sintonía con algo que Zhou no logra comprender del todo.
Mientras observa, una inexplicable sensación lo envuelve. Es una mezcla de anhelo y nostalgia, de curiosidad y desconcierto. ¿Por qué este árbol en particular lo atrae tanto? Siente un impulso profundo de refugiarse bajo su sombra, como si el árbol le prometiera respuestas que hace tiempo necesita, o un respiro en medio de su incansable peregrinaje. Las preguntas de su mente se vuelven casi tangibles, flotando en el aire denso y vibrante que rodea al árbol. ¿Cuál es el sentido de este lugar? se pregunta, ¿y por qué parece llamarme de una manera tan ineludible?
Zhou da un paso hacia el árbol, y en el silencio, sus pensamientos se sienten más resonantes, como si fueran gritos en un vacío. Los días de penurias y batallas recientes regresan a él como ecos de una vida anterior, de otro Zhou que alguna vez tuvo un hogar, una existencia menos marcada por la incertidumbre y el constante juego de vida o muerte. A cada paso, algo en su interior se suaviza, un sentimiento olvidado que no logra nombrar, y el árbol parece acogerlo en su abrazo silencioso.
Cuando finalmente se acerca, una nube de polen se desprende de los hongos, envolviéndolo. Su visión se torna borrosa, y siente cómo el mundo se desvanece lentamente, como una vela que se apaga. La realidad se diluye, dejándolo caer en un sueño profundo, suspendido en el tiempo y el espacio.
En la penumbra de ese sueño, Zhou Xintian se siente suspendido en una corriente de recuerdos y visiones, como si flotara en un mar de nubes densas y cambiantes, sin dirección aparente. Cada nube es un fragmento de su pasado, de sus preguntas, de la vida que dejó atrás y de la vida que aún no comprende. Flota sin rumbo fijo, pero con cada imagen que se despliega, siente que una fuerza oculta lo guía, como si alguien —o algo— estuviera respondiendo a sus más hondas inquietudes, llevándolo a una revelación enigmática.
Las imágenes se suceden de forma no lineal, como hilos de una red cósmica que se extiende más allá de su comprensión. Ve a su yo más joven, un Zhou que no conocía el hambre ni el peso de sus responsabilidades. A través de ese Zhou inocente, recuerda la facilidad de los días, un contraste tan marcado con la brutalidad que ahora define su existencia. Luego, sin previo aviso, es lanzado a recuerdos de batallas y confrontaciones, de seres de una naturaleza tan extraña que le parecían pesadillas: criaturas imposibles, reinos envueltos en poderes místicos que sobrepasan su entendimiento.
En esta red de recuerdos y visiones, las respuestas comienzan a emerger, pero no como palabras; son ideas que vibran en el aire, impresiones que él puede entender solo en este estado de ensueño. Se da cuenta de que el mundo es mucho más vasto de lo que imaginaba, un terreno de especies de todas formas y naturalezas, no todas humanas, donde la ley suprema es la supervivencia del más fuerte. Este no es solo un mundo de brutalidad física; es un tejido entrelazado con fuerzas antiguas, con poderes que van más allá de lo tangible. La magia, la brujería, la hechicería y el poder oscuro son tan reales como la tierra bajo sus pies, y cada clan, secta, y reino busca adueñarse de estos misterios, en un conflicto sin fin que ha dividido el mundo en dos supercontinentes enfrentados.
En un instante que parece eterno, Zhou se siente transportado a un lugar aún más desconcertante: un espacio dentro de sí mismo, un rincón de su mente y de su ser que jamás había percibido. En ese mundo interior, el tiempo y el espacio se desploman, convirtiéndose en un horizonte ilimitado donde cada pensamiento y cada emoción toman forma tangible. Allí, una isla flota sobre un mar de nubes eternas, y en su centro, un árbol de aspecto familiar se alza, titilando con luces que parecen latir en sincronía con su propio corazón.
Zhou se pregunta qué significan esas imágenes, por qué ahora entiende la realidad de su mundo en términos que jamás había imaginado, como si todo su sufrimiento y su camino hubieran sido guiados hasta este punto. Las respuestas no son claras, pero siente una certeza irrefrenable de que este lugar, esta conexión con su propio interior, será crucial en su viaje. Aquí, en este espacio íntimo y arcano, yace la clave para entender no solo los secretos del mundo, sino también su propio papel en él.
Al comprender que el árbol en forma de hongo que vio antes de caer en ese sueño es llamado "el árbol de las Revelaciones", Zhou siente una mezcla de asombro y temor reverencial. Este árbol no es solo un ser antiguo, sino un portal que conecta al ser humano con lo más profundo de su propio espíritu, un guía hacia verdades enterradas y miedos no resueltos. A lo largo de la historia, el árbol de las Revelaciones ha sido objeto de leyendas, un ser casi mítico que aparece solo en los lugares donde la magia y lo místico aún conservan su poder intacto.
Se dice que el árbol de las Revelaciones es una de las pocas entidades en el mundo capaz de inducir un estado de introspección tan profundo que la persona es capaz de explorar sus miedos, sus recuerdos, sus traumas y, a la vez, desentrañar conocimientos ocultos o comprender enigmas que tenga.
Quienes logran entrar en su esfera de influencia pueden vislumbrar aspectos de su destino, acceder a conocimientos que están más allá de los límites de la comprensión ordinaria y recibir, por un instante, un destello de la naturaleza misma de este mundo vasto y misterioso.
Este árbol es codiciado por las grandes potencias, y muchos lo han buscado a lo largo de los siglos. Para los reinos y clanes, el árbol representa una herramienta invaluable para aquellos jóvenes prometedores que deseen potenciar sus habilidades.
Un contacto con el árbol puede dotarlos de la claridad mental y la sabiduría necesarias para enfrentar los desafíos del mundo y descifrar los misterios que permanecen ocultos. Sin embargo, Zhou percibe que el árbol no se deja encontrar tan fácilmente; su existencia misma parece determinada por una voluntad propia, manifestándose solo ante aquellos a quienes considera dignos, aquellos que están preparados para soportar la verdad de lo que descubrirán en su interior, pero dicho árbol desaparece sin dejar rastro luego de haber aceptado a una sola persona, según los recuerdos revelados antes.
Mientras esta revelación lo inunda, Zhou siente que la energía del árbol fluye a través de él, llenándolo de una paz desconocida y una extraña determinación. Por primera vez, tiene la certeza de que este viaje no es casualidad; el árbol ha revelado que su destino está ligado a secretos que aún debe descubrir y que, en algún momento, su papel en este mundo podría cambiar el equilibrio de fuerzas que tanto ansían dominarlo.
en un lugar dentro del mar de nubes brumosas aparece una isla flotante que se suspende entre los límites de su propio ser, frente al horizonte se disuelve en una inmensidad de nubes eternas que fluyen y se arremolinan, conteniendo un misticismo y magia indescriptible, todo allí se siente como un eco de su esencia, de sus deseos y temores, pero también de algo mucho más antiguo que lo sobrepasa.
En el centro de esta isla, un árbol se erige en silencio con patrones naturales que brillan suavemente, como runas antiguas escritas por la misma naturaleza. Zhou siente que el árbol no es solo un ser vivo, sino una entidad con conciencia, una presencia que ha existido en este lugar desde tiempos antiguos. Su apariencia es a la vez rústica y ancestral, Las luces flotantes alrededor de las ramas parecen vibrar en respuesta a su llegada, parpadeando en una cadencia que él percibe como una forma de lenguaje mudo, un saludo de bienvenida o un reconocimiento.
Mientras observa, una serie de pensamientos y revelaciones empiezan a fluir dentro de él, como si el árbol, con su mística voluntad, le estuviera susurrando verdades ocultas. Ahora comprende que todo el conocimiento que ha recibido sobre este mundo —las leyes brutales que lo rigen, las fuerzas místicas y los poderes que lo moldean— no vienen de su propia experiencia, sino de las almas que él mismo vio cuando estaba en aquel espacio desconocido, por alguna extraña razón sintió que todo lo que vio y percibió en aquel lugar por un tiempo indefinido ahora se encontraba de algún modo dentro de este misterioso árbol, y a su vez cada que las dudas lo invaden había destellos de imágenes dentro de su ser dando respuestas.
El paisaje etéreo parece fundirse con sus emociones; al sentir paz, el aire se vuelve más liviano, y las luces flotantes se acercan a él, pulsando suavemente. Pero en los momentos en que su mente se nubla con preguntas y dudas, percibe cómo las nubes circundantes se oscurecen y las raíces del árbol tiemblan, como reflejando la carga de sus pensamientos. Este árbol es un guardián de secretos y, al mismo tiempo, un espejo de su propia esencia.
Mientras explora el lugar, una certeza comienza a tomar forma en su interior: este mundo es la clave de algo que aún no logra descifrar, un portal hacia verdades que trascenderán todo lo que ha conocido hasta ahora. Con cada paso, siente que está siendo guiado, que este árbol tiene la voluntad de mostrarle el camino que lo conducirá no sólo a entender su papel en el mundo exterior, sino a conocer los misterios que alberga su propio espíritu.
Bajo la enigmática guía del árbol, Zhou se sienta con las piernas cruzadas, adoptando una postura meditativa en medio del claro místico. Cierra los ojos y, al hacerlo, siente cómo el poder del lugar se entrelaza con su conciencia, permitiendo que pensamientos y conocimientos hasta entonces desconocidos comiencen a fluir en su mente. La energía que emana del árbol parece hablarle en un lenguaje ancestral, y lentamente, como si descifrara un código arcano, empieza a comprender enseñanzas que le serán esenciales para los desafíos que le esperan.
Cada respiración se vuelve un hilo que lo conecta con una red de sabiduría antigua. Percibe fragmentos de conocimiento sobre el equilibrio del mundo, sus amenazas y las fuerzas que lo moldean, y se da cuenta de que estas revelaciones no solo lo harán más fuerte, sino que también le permitirán entender la esencia misma de su travesía. Por momentos, le parece ver destellos de futuros posibles y caminos que deberá tomar, como si el árbol le mostrara, a su manera, las lecciones que solo un viajero dispuesto a mirar profundamente dentro de sí mismo podría llegar a comprender.
Tras recibir las revelaciones del árbol, Zhou ahora comprende la naturaleza del misterioso árbol en medio de la isla flotante. Poco después de meditar, siente que la conexión se desvanece, como si el árbol hubiera decidido que, por el momento, es suficiente.
volviendo a la realidad mientras seguía tirado en la tierra comprendió que mientras medita puede acceder a este espacio en un futuro, hay ciertas reglas que debe ser ejecutadas de manera adecuada para el ingreso, luego siente que es arrastrado a la fuerza fuera de este lugar, despertando al lado de aquel pequeño estanque de agua clara que vio al conocer el árbol de la revelaciones, pero este ya no se encontraba por ningún lado, había desaparecido.