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El aroma a empanadas llenaba la habitación, un contraste cálido con la fría noche de Bucarest. Jenna, Emma y Allen estaban reunidos, compartiendo la comida y la compañía. Emma, con su habitual energía, devoraba las empanadas con una velocidad asombrosa, mientras que Jenna y Allen disfrutaban del ritmo más pausado de la conversación.
Las risas resonaban en el ambiente, una mezcla de bromas, comentarios sarcásticos de Allen y las divertidas payasadas de Emma. "A todo esto, ¿cómo llegaron tan rápido?", preguntó Jenna, con una porción de pizza exquisita en la mano.
Allen miró a Emma, quien luchaba con una empanada particularmente rellena, y respondió con una sonrisa pícara: "Pues, con esta rubia ya estábamos en camino desde que te dejo en visto".
Jenna rió, comprendiendo la rapidez de su llegada. Sin embargo, una duda la asaltó: "Ah, con razón… pero entonces, ¿por qué me preguntaste si quería comer? Si de todos modos ya estaban en camino".
Emma, con la boca llena, masculló: "Emm… cortesía… supongo".
La risa de Jenna resonó de nuevo, mientras ella tomaba una empanada de jamón y queso. Mientras Allen y Emma charlaban animadamente, Jenna sacó su teléfono móvil y les tomó una foto furtiva. Ambos tenían una leve sonrisa en sus rostros, un momento capturado en el tiempo. "Oigan, miren un segundo", dijo Jenna, cambiando la cámara a la frontal. Allen y Emma se giraron, con curiosidad.
"Selfie", anunció Jenna, disparando una ráfaga de fotos. En algunas, posaban con sonrisas radiantes; en otras, hacían caras graciosas. La cercanía y la comodidad entre ellos eran palpables.
"Envíame las fotos, Jenna, así las publico en mi Instagram", dijo Emma, sacando su propio teléfono. Jenna asintió, enviando las fotos. Mientras revisaba las imágenes, Jenna notó algo que le llamó la atención: Allen siempre vestía ropa que le cubría completamente el cuerpo, remeras de manga larga y pantalones.
'Será que tiene alguna inseguridad con respecto a su cuerpo? Aunque lo dudo. Su actitud no es la de alguien con inseguridades. Entonces… será otra cosa, supongo, otra cosa más que me llama la atención de su parte', pensó Jenna, con una leve sonrisa misteriosa.
"¿Por cierto, Allen, tienes Instagram? Así te agrego a mis amigos y te sigo", preguntó Emma, con curiosidad. Allen dudó un instante.
"No, no tengo una cuenta, y no soy de usar mucho las redes sociales a menos que sea necesario", mintió, consciente de que no podía revelar su verdadera identidad tan fácilmente. Emma pareció un poco desilusionada, mientras que Jenna asintió comprensivamente.
"Mm, entiendo, yo también. No soy de las personas que están al pendiente todo el tiempo de sus redes, e incluso hubo un tiempo en que me agobiaba demasiado por eso", comentó Jenna. La mirada de Allen se oscureció por un instante, pero un suspiro inaudible escapó de sus labios. Con un movimiento rápido, pellizcó levemente las mejillas de ambas.
"¿Eyy, qué te pasa, tonto?", dijo Emma, sacándole la lengua.
"¿Oye, yo qué hice?", comentó Jenna, acariciándose la mejilla.
"Emmi, deja de estar triste por algo así, en algún momento me crearé una cuenta, pero por ahora no. En cuanto a ti, Jenna, pues… simplemente quería hacerlo", dijo Allen, con una sonrisa traviesa. Jenna le devolvió el pellizco, y los tres se rieron, la tensión del momento disipándose en una ola de alegría. Emma, recuperando su buen humor, abrió otra caja de pizza, y la noche continuó entre risas, música suave y la cálida compañía de amigos. Pero bajo la superficie, los secretos seguían latentes, esperando el momento oportuno para salir a la luz.
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