—Despedido —dijo Khaos cuando vio a Zuri entrar en la tienda, donde estaba discutiendo su próximo movimiento con sus líderes guerreros.
Aparte de Khaos, había otras cinco personas y una de ellas era una mujer. Los ojos de Zuri se fijaron inmediatamente en ella.
Aprieta los puños y aprieta los dientes, intentando por todos los medios no estallar, su cordura colgaba de un hilo.
Había una mujer aquí. Había una mujer con Khaos. Había estado a su lado todo este tiempo. ¿Qué estaban haciendo? ¿Siempre estuvo aquí? ¿Habían pasado tiempo juntos? ¿Solos?
Esa mujer era hermosa y Zuri tenía que admitirlo dolorosamente. Tenía el cabello castaño largo con ojos marrones, su cuerpo era delgado y tenía una mirada aguda que dejaba saber a cualquiera lo feroz que era, lo buena que era en la lucha.