—¿Escribiéndole a él otra vez? Ya veo... ¿no sabes que el hombre tiene necesidades y el campo de batalla es uno de los lugares donde puedes encontrar mujeres fáciles para acostarse? La noche será muy fría y el hombre necesita calentar su cama.
Xaden soltó una risa maliciosa, pero esta vez, no era su voz la que estaba en su cabeza, sino que ella podía verlo. Podía ver a ese hombre posado en el alféizar de la ventana, mirándola con sus ojos críticos, sonriendo burlonamente mientras Zuri escribía una carta para Khaos.
Sus manos temblaban, su letra parecía tan fea. No sabía si era por miedo o por ira, pero quería hacerlo callar.
—Oh, por favor Zuri, no pretendas que no me ves. Me hieres los sentimientos, ¿sabes? Sé que puedes oírme. Sé que puedes verme, no hay escapatoria de mí y lo sabes —Xaden murmuraba—. Oh, pobre Zuri. Pobre de mi pequeña compañera.