Zuri escupió la oreja izquierda de Rhett y empezó a reírse de manera maniática. Parecía loca, algo dentro de ella estaba roto. Estaba rota más allá de cualquier reparación.
Su risa se fusionó con el grito doloroso de Rhett y más gente entró en la habitación, pero a Zuri no le importaba nada de ellos. Seguía riendo, incluso cuando la durmieron, seguía sonriendo.
La sangre manchada en sus labios, salpicada en su cara, goteaba desde su barbilla. Parecía una amenaza. Incluso los guardias eran muy reacios a acercarse, aunque ella todavía estaba encadenada a la pared e incapaz de transformarse en su bestia.
A pesar de su cuerpo fúnebre, tenía tanta fuerza que era increíble.
Mientras tanto, llevaron a Rhett a ver a Glenda. Uno de los guardias tomó la iniciativa de llevarle su oreja cortada al sanador, con la esperanza de que pudiera arreglarla.