—Más fuerte... más fuerte, mi rey —Nycta gimoteaba en los brazos de Killian, mientras él la penetraba por detrás. Él gruñía y le mordía el hombro antes de que sus cuerpos se quedaran quietos y el sonido chirriante desde dentro del dormitorio se detuviera.
Nycta cayó sobre su estómago, estaba exhausta, adolorida, pero satisfecha. Se sentía como una pequeña venganza en su cabeza cada vez que pensaba que ahora su hermana estaba haciendo lo mismo con su compañero.
Ella se estremeció cuando Killian se apartó y comenzó a vestirse antes de dejarla sola en la cama, pegajosa, cansada y usada.
Lágrimas brotaron en sus ojos cuando la quietud dentro de la habitación la aplastaba. Todo estaba quieto y ella estaba desnuda. Se quedó así por un rato hasta que el sentimiento de culpa se infiltró y lloró.