Khaos inclinó la cabeza, mirándola inocentemente cuando Zuri le lanzó una mirada por quitarle el cuchillo de la mano. Las voces en su cabeza no dejaban de gritarle, pero ella aún podía escuchar lo que Rosa decía.
—Debe sentirse como un castigo estar emparejada con alguien que no está en el mismo estatus que tú. Pero, sin ofender, luna Zuri. Debes tener alguna otra cualidad redentora.
El cumplido de Rosa fue un golpe bajo. Era un recordatorio de que la unión de Khaos con Zuri fue un insulto que el rey le dio al alfa. Zuri, después de todo, era la viuda de un traidor. Alguien que solo podría manchar la sangre real.
—Es una pena, ambos hacen buena pareja. Elegiste al hermano equivocado, luna Zuri —Rosa le sonrió dulcemente.
Cuando los hombres luchaban abiertamente con fuerza bruta, aquí las mujeres tenían su propia batalla de dignidad.