—No podemos comprar provisiones del mercado negro, mi rey y no podemos conseguir que el comerciante nos venda, porque el Gran Reino Lunar los tiene sobornados y solo se les permite venderles a ellos.
—Uno de los guerreros le reportó al rey. Dacre no estaba contento con las noticias, casi lanzó la copa que tenía en la mano hacia su cabeza, pero en cambio, la aplastó.
—El afilado fragmento le apuñaló las palmas y la sangre goteaba de la herida.
—Puedes retirarte —dijo Rosa al guerrero, mientras iba a atender la herida del rey. Podía ver la ira en los ojos de Dacre y también le daba miedo acercarse a él, pero endureció su corazón e hizo lo que tenía que hacer—. No te enfades demasiado, mi rey. Encontraremos una salida.
—¿Cómo?! —Dacre le espetó a Rosa, de lo cual se arrepintió inmediatamente, pero no dijo nada.