Nycta despertó de su sueño otra vez en medio de la noche, sudando profusamente, mientras soñaba con Dacre y Rosa.
Estaban juntos y nadie podría hacer nada para detenerlos si querían hacer algo inapropiado, y nadie estaba a su lado para advertirle sobre eso.
No importa lo que Dacre dijera, él podría mentir y Nycta nunca confiaría en él. Aunque todos los guerreros juraran que no hicieron nada, Nycta nunca confiaría en él. Su ansiedad se disparó y no pudo evitarlo, sino llorar.
Se sentía como si hubiera perdido el control sobre sí misma y esta supuesta hermosa unión. Si solo Rosa no estuviera aquí para arruinarlo, tendría un embarazo dichoso y maravilloso. Este sería el mejor momento de su vida.
¿Por qué necesitaba venir y arruinarlo todo? La realidad la golpeó tan fuerte. No se podía confiar en un hombre, especialmente cuando estaban solos con otra mujer. Había miles de ejemplos en los que se desviaban.
Nycta lo había presenciado dentro de su propio reino.