La atracción entre ellos era difícil de explicar. Podías ver cómo Khaos se preocupaba por su bienestar, pero eso no le impedía usarla en su propio beneficio.
Aunque Khaos sabía que, si continuaban con la consumación de la sangre de la belleza, pondría en peligro la vida de Zuri, no tenía intención de detenerlo.
Estaba un poco indeciso y aún no había decidido qué opción tomaría, pero no iba a detenerse. Estaban muy cerca de su objetivo.
Uno de los tres legados licántropos ya estaba en su posesión, la sangre de la belleza esperaba su consumación, mientras que ya se conocía el paradero de los otros objetos.
—Ponte tu vestido y ven conmigo —dijo Khaos. La ayudó a vestirse y a salir de la habitación, donde había estado encerrada durante días. Ordenó a Gayle que también los acompañara.
Gayle los siguió hasta el riachuelo en el bosque, cerca del lugar, donde Zuri mató a aquellas Bestias Rojas enviadas por el rey.
—Quiero que ataques a Gayle.