Ann y Adam estaban de pie lado a lado en el balcón, saludando a las multitudes que se habían reunido abajo.
El ruido de la multitud era casi ensordecedor. Casi parecía como si luchasen entre sí por ver quién gritaba más fuerte y alcanzaba primero los oídos de la recién coronada Reina Alfa.
Adam rió suavemente.
—Todo esto es para ti, mi Reina —murmuró mientras tomaba su mano y llevaba sus dedos a sus labios, besándola suavemente.
Ann rió ligeramente, sus nervios superándola mientras fuertes vítores resonaban en el aire.
—No me entiendan mal, estoy agradecida por su entusiasmo y la cálida bienvenida, pero aún no he hecho nada para demostrarles mi valía —respondió con una sonrisa preocupada.