El viento aullaba a través de los pasos de montaña mientras las ominosas nubes de tormenta se desplazaban sobre ellos; la amenaza de que descargaran su pesada carga sobre la caravana era una constante mientras los guardias caminaban en silencio al lado de su peligrosa carga.
Cada uno de ellos conocía la grave amenaza que se les había encargado mantener sometida y eran plenamente conscientes de lo que les aguardaba si algo salía mal.
La jaula de hierro retumbaba sobre piedras y rocas mientras la fuerte guardia escaneaba el peligroso terreno a su alrededor como si esperara que una amenaza apareciera en cualquier segundo.
Los Ancianos del Enclave Real no habían perdido tiempo en preparar y enviar a estos convictos hacia su destino final.