[Contenido Maduro]
Ann gimió ante el tacto de sus manos que vagaban libremente por su cuerpo, enviando escalofríos de placer a través de todo su ser.
Se sobresaltó cuando sintió que él presionaba su pene entre sus nalgas, dirigiéndolo hacia abajo para que se deslizara entre sus pliegues.
Muy lentamente, Adam movió sus caderas contra ella, atormentándola despiadadamente mientras permitía que la cabeza hinchada de su pene se deslizara sobre su entrada y a lo largo de su humedad hasta que topó insistentemente contra su clítoris.
Ann no pudo detener el profundo y ronco gemido que salió de entre sus labios mientras su ya sobreestimulado botón era repetidamente asaltado por su virilidad.
La sensación de sus labios contra la nuca, sus manos prestando toda su atención a ambos senos mientras sus dedos obraban magia en sus pezones la enviaron a una sobrecarga sensorial mientras la excitación que la recorría se estrellaba sobre ella como una ola de deseo.