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—Los brazos de Ann se retorcieron dolorosamente con las vibraciones mientras Brad serraba pacientemente los pernos en la placa sobre su cabeza.
Serrar las manillas estaba fuera de discusión, ya que estaban muy ajustadas y Brad estaba seguro de que estaban hechas del mismo material que las cadenas. Necesitarían la llave misma para desbloquearlas y, si no se podía encontrar, entonces tendrían que rastrear al cerrajero que las hizo.
Era un proceso arduo pero para cuando terminó, la placa resbaló sobre los pernos expandibles y las cadenas quedaron colgando libremente.
Sus piernas se sentían un poco extrañas de mantener esa posición durante tanto tiempo y en cuanto se liberó la presión de sus brazos y su peso se distribuyó adecuadamente, sus piernas cedieron.
—¡Diosa! Ann, ¡lo siento tanto! Debí haber pensado —Brad se apresuró mientras se acercaba a ella y la ayudaba a ponerse de pie con cuidado—. ¿Estás bien?