—Yo lo llamaría huir como un conejo asustado, en lugar de hablar sobre eso —siseó furiosamente Maeve—. ¡Deberías asumir la parte que te tocó en eso e intentar entender por qué él reaccionó de esa manera! Las fronteras no se establecen por sí solas, ¡Ann!
—Suficiente, Maeve, no necesito discutir esto contigo —replicó despectivamente Ann.
—¿No? Bueno, mala suerte porque vas a escuchar lo que tengo que decir quieras o no. Esto NO es unilateral, somos dos partes aquí Ann, como Adam y su lobo —rugió furiosamente Maeve.
—Pero... —trató de objetar Ann antes de ser cortada nuevamente de manera abrupta.