EN EL HOSPITAL
—¿Y bien? —Narcisa exigió imperiosamente mientras se paraba en el corredor fuera de la habitación privada de su hija.
El consultor encargado del cuidado de su hija entrecerró los ojos ligeramente y aclaró su garganta antes de hablar. No es de extrañar que las parteras no quisieran tratar con ella, su arrogancia era casi sofocante.
—Todo parece estar bien con el bebé, su alteza. No podemos precisar de dónde provino la sangre, aunque ciertamente no había ningún signo de sangrado interno al menos —dijo el doctor planamente, mirando sospechosamente por encima del hombro de Narcisa y hacia la habitación donde Ada se recostaba perezosamente en la cama.
Frunció el ceño ligeramente al ver a Ada pasar las páginas del teléfono como si nada hubiera ocurrido, una sonrisa extraña en su rostro mientras se tapaba la boca con la mano y reía.
—¿Está completamente segura? ¿No hay más exámenes que puedan hacer para asegurarse?
