Eran casi las 4 pm cuando Adam y Ann llegaron a la pequeña y discreta casa de Lexi. Ann llamó a la puerta y sonrió tranquilizadoramente a Adam mientras él miraba dubitativamente a su alrededor.
—¿Estás nervioso? —preguntó Ann con lo que esperaba fuera una sonrisa tranquilizadora.
—No —respondió él un poco demasiado rápido mientras Ann le apretaba suavemente la mano.
Adam suspiró profundamente y pasó su mano libre por su cabello de nuevo.
—Vale, quizás un poco. Siento que nos han empujado a esto... —empezó vacilante antes de que la puerta se abriera de golpe y el rostro radiante de Lexi apareciera en el umbral.
—¡Amiga! —chilló, lanzándose a los brazos de Ann y guiñándome un ojo—. Dios, parece una eternidad desde la última vez que estuviste aquí. Mira ahora, trayendo un pedazo de hombre caliente contigo. —Suspiró dramáticamente y se llevó una mano al pecho—. Estoy tan orgullosa.
Ann le dio un golpecito juguetón en el brazo y se rió mientras se sonrojaba un poco.