—Yo, por supuesto. Eres la persona más increíble que he conocido y me siento verdaderamente honrada de considerarte mi amiga y hermana elegida —dijo Ann.
—N'aaww. Eres demasiado amable, Ann, sin embargo, todo lo que acabas de decir es completamente cierto —respondió con una sonrisa.
—Dile que también es insufriblemente arrogante a veces... —ofreció Maeve de forma servicial mientras Ann se reía con disimulo.
—Lo que acabas de decir, Maeve... también te quiero. Ok, basta de charla. Eso me va a ablandar y no podemos permitirlo. Hablé con papá y está libre para ayudar, pero hay un pequeño problema —continuó Ann.
El estómago de Ann se hundió.
—Lexi, ¿puedo ponerte en altavoz? Sería útil si Adam también pudiera oír esto —preguntó Ann.
—Claro, no me importa que el gran mal lobo escuche. Es más que probable que él sea el que tenga un problema con esto de todos modos —aceptó Lexi sin problemas.
—¿Con qué voy a tener exactamente un problema? —preguntó Adam con cautela.