Narcisa se quedó congelada mientras Ann observaba la confrontación con interés. Realmente no había pensado demasiado cómo se sentía la población sobre una no transformista heredando la posición de Reina Luna.
Pero este diálogo le provocó una leve sonrisa a pesar de sus intentos por suprimirla. Maeve soltó una risita de entusiasmo dentro de su cabeza mientras observaban cómo una nube de aspecto asesino descendía sobre el rostro de Narcisa.
Narcisa se giró lentamente para enfrentarlo y lo fulminó con la mirada ferozmente.
—Palabras atrevidas para un guardia de bajo rango en una oficina —escupió ella—. Me pregunto cómo reaccionará mi esposo cuando se entere de la disidencia entre las filas inferiores.
En lugar de retroceder, el guardia soltó un resoplido y estrechó los ojos, las iris remolinas de su lobo visibles incluso para Ann a la distancia en la que se encontraban.