Los gritos de Narcisa resonaban por el corredor mientras Ann se levantaba de su silla de mala gana y se dirigía a la puerta de la oficina, echando un vistazo a su reloj mientras lo hacía.
Habían pasado treinta minutos desde su llegada y ya el día comenzaba de manera terrible.
—Menos mal que iba a ser un día sin dramas —Maeve bufó sarcásticamente.
Ann se quedó parada en la puerta de la oficina con una expresión neutra en su rostro mientras observaba el caos frente a ella con una leve diversión.
Narcisa estaba siendo manipulada por los guardias que Adam había puesto en su lugar, impidiendo completamente que avanzara por el corredor mientras Ada miraba con los ojos muy abiertos y una expresión de frustración en todo su rostro mientras flotaba impotentemente en el fondo.
De repente, sus ojos se alzaron y se encontraron con los de Ann y su rostro se transformó en una expresión sumisa y lamentable mientras extendía sus brazos hacia ella, sosteniendo una gran cesta en su dirección.